y sesenta para aprender a callar
Al oeste del Sol
Hay que morder la manzana,
beber de todas las aguas,
nadar en mares de dudas,
naufragar en icebergs de pensamientos,
notar cada losa que pisamos en la calle,
sentarse en una plaza y sentir todo.
Desde el calor del aire
hasta la hormiga que recoge pierdas del suelo.
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