Un glaucoma se llevó la vista de Stella a los 16 años. Al morir su madre, esta joven angoleña decidió salir del país en busca de un lugar donde su discapacidad no fuera un freno para llevar una vida autónoma. Llegó al aeropuerto de Barcelona con 22 años y tan sólo 9 euros en el bolsillo. Hoy estudia cuarto de Derecho y busca empleo.
Tengo la ilusión de ser una persona independiente, autosuficiente
Cuando conseguí mi primer trabajo fue como la lucecita al final del túnel. Pensé: si ha llegado éste, otros llegarán.
En mi país hay una expresión que es: Estamos siempre subiendo, siempre para arriba.
Molido por los dolores que le causaban dos hernias, Mariano Gutiérrez dejó la mensajería y empezó a hacer de taxista. Desde entonces, promueve servicios gratuitos para gente que no tiene un duro, carreras con conversaciones críticas, música a la carta, muñecos para que los niños no se aburran en el trayecto y varias cosas más para hacer amable el trayecto.... Además, recorre las calles de Barcelona repartiendo mantas para los indigentes que duermen en los cajeros automáticos. Mariano pone en práctica cada día su idea de trabajar
desde el corazón y tratar a la gente como si fuera de la familia.
Lo que hace falta, con crisis o sin ella, es más calidad humana.
Contra la crisis yo no tengo recetas, yo me dedico a reivindicar cosas pequeñas.
Historias como las de Mariano son las que nos hacen creer que Esto solo lo arreglamos entre todos
Sin saber leer ni escribir, triunfan en el teatro con La casa de Bernarda Alba.
Un grupo de ocho mujeres gitanas del asentamiento chabolista de El Vacie, sin apenas saber leer ni escribir, han estrenado en Sevilla La casa de Bernarda Alba, con un éxito sin precedentes. La obra ha sido presenciada por más de 5.000 espectadores. Ahora están de gira por España y entre el 4 y el 14 de marzo se representará en el Teatro Español de Madrid.
Cuando estamos en el escenario tenemos que tener fuerza y ámino para que la gente vea que sabemos hacer algo.
Cuando vengo caminando desde mi chabola me voy diciendo: nosotras tenemos un futuro
En un mundo de hombres, creó una gran empresa con la fuerza de sus brazos como único aval.
Dolores Escalona llevaba trabajando en el campo desde los siete años, pero al separarse de su marido, sola y con dos hijos, decidió sacarlos adelante costara lo que costase. Empezó a explotar un pequeño terreno y aprendió todo lo necesario para ser competitiva en un sector, el agrícola, dominado por los hombres. Hoy aquel terreno se ha convertido en la cooperativa hortofrutícola Sat Macondo, que exporta el 95% de su producción y emplea a más de 200 personas según la temporada. En la actualidad, Dolores Escalona es también la alcaldesa de su pueblo.
Yo no pierdo la ilusión nunca. Con trabajo y esfuerzo seguro que no hay nadie que nos arrugue Pasará el momento. Tardaremos un año o dos, pero esto se arregla.
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