jueves, 3 de diciembre de 2009

Ana Rosa Quintana entrevista a Pedro Cavadas

Despues de leer la noticia de la reconstrucción exitosa del cráneo a un niño salvadoreño me he puesto a buscar en internet algo sobre la Fundación Pedro Cavadas y he encontrado esta entrevista.


Espero que os guste.....



Fue el primer cirujano que trasplantó dos manos y que convirtió un brazo derecho en izquierdo.

Es de esas personas que no se permite perder un segundo. Aparece con prisa pero, a los cinco minutos, estamos hablando de nuestros hijos. Él, que tiene dos preciosas niñas chinas, me enseña orgulloso sus fotos. Hace tres horas (lo que ha tardado en coger un vuelo Valencia-Madrid) estaba en la sala de operaciones de la clínica Cavadas. Allí ha realizado algunas de las intervenciones que le han convertido en uno de los especialistas en microcirugía y cirugía craneofacial más prestigiosos del mundo: la reconversión de una mano derecha en izquierda, trasplantes de brazos y piernas perdidas, recomposición de cráneos... Ahora, sólo espera un donante adecuado para realizar el primer trasplante parcial de cara en España. Es amable, de conversación fácil, y no tiene pelos en la lengua.

Estás realizando operaciones con las que no se atreven otros. ¿Eres el osado José Tomás de los quirófanos?

Intento aplicar la tecnología de que disponemos del modo más audaz posible para empujar la frontera de lo reconstruible un poquito más allá. Luego vendrá otra persona detrás de mí y lo empujará otro poquito. Así es como avanzan las cosas.

¿No te da vértigo que al final terminen llegando a ti los casos imposibles?

Ya nos llegan los casos imposibles. Eso es lo estimulante de esta profesión desde el punto de vista técnico y humano. Cada vez vienen casos más complejos, de los que somos la última esperanza, la última frontera. Como en los mapas antiguos, más allá, detrás de la línea del horizonte, se pensaba que sólo había monstruos. Tú eres la última persona a la que le piden ayuda y si dices que no tiene solución, se acaba todo. Es una responsabilidad gigantesca.

Aunque has trabajado para la sanidad pública, terminaste trabajando en la privada. ¿Por qué?

Acabé la especialidad en el 95 y no había trabajo en el sector público. En aquella época, habría vendido mi alma al demonio por una plaza, pero no pude conseguirla. Luego he vuelto un par de veces a la Seguridad Social, que tiene sus ventajas y sus inconvenientes, pero en este momento trabajo privadamente con acuerdos con el sector público porque creo que si un paciente tiene un problema complejo, hay que solucionárselo, independientemente de su nivel adquisitivo.

¿La Fundación Cavadas, en la que colaboran dos de tus hermanos como gestores, nace de esa convicción?

Sí. Hay conceptos que no son fáciles de englobar dentro de los presupuestos de un programa normal de trasplantes: todos los gastos que no cubre la Seguridad Social los asume la fundación, que es un buen instrumento para que la gente que tiene un problema serio, pero resoluble, se pueda operar gratis. Si trabajas en el ámbito privado, generas dinero. Empleamos parte de él para regalar cirugía. Cualquiera puede pasar sin un coche de lujo o sin un apartamento, pero es injusto que alguien tenga una vida de sufrimiento si puede resolverse.

¿De dónde surgió la vocación?

Siempre me gustaron las ciencias, la naturaleza... Quise estudiar Veterinaria. En Valencia no había esa facultad y elegí Medicina. Después, descubrí la parte humana, tan importante o más que la técnica.



¿Por qué decidiste especializarte en microcirugía?

Cuando era estudiante, hace más años de los que me gustaría, leí un artículo que me pareció ciencia ficción. Trataba sobre reimplantes y las fotos, como siempre, eran muy elocuentes: una mano con los dedos cortados, una con los dedos puestos... y dije: “Esto es lo que yo quiero”.

A tus 42 años, has trabajado en San Francisco, Detroit, Alabama, Dallas... ¿Allí aprendiste la técnica?

Durante el periodo de formación como especialista en España había la posibilidad de realizar estancias en el extranjero. Yo viajé a EE.UU., cada año a un sitio. Allí ves trabajar a los mejores del mundo y aprendes las cosas de quienes hay que aprenderlas.

Más tarde, empezaste a pasar tus vacaciones operando en África –Kenia, Tanzania, Uganda–. ¿También actúa tu fundación en estos países?

Ahora lo difícil es mantener el proyecto de cirugía gratuita allí a un volumen que podamos pagar, sin depender de aportaciones externas, que un día las hay y al siguiente no (se me da fatal pedir dinero). No queremos correr el riesgo de carecer un buen día de financiación, y tener que echar el cierre. Si mantienes el proyecto dentro de lo que tú puedes pagar, tiene seguro de vida.

¿Qué tipo de operaciones haces allí?

No sólo cirugía reconstructiva. En estos países, a veces, tú eres el único médico que van a ver gratuitamente en su vida, quizás la única persona que les va a tratar.

Que puede incluso salvarles la vida.

O, al menos, mejorar mucho su calidad.

Ahora tienes previsto realizar el primer trasplante de cara parcial en España.

No me gusta hablar de lo que no he hecho todavía, pero en este tema concreto, encontrar donante va a ser complicado. Que la gente sepa que se va a hacer con seriedad, facilitará encontrarlo. Tenemos un par de casos, uno muy complejo. Espero poder buscar donante este año.

¿Cuál ha sido tu intervención más complicada?

¡Uf! No siempre la complejidad es proporcional a la vistosidad. Hay cirugías mínimas horriblemente difíciles.

Haces al año una media de más de mil operaciones...

Operamos a todos los que vienen y a los que se puede operar. Si fueran 3.000, buscaríamos el modo de tratarlos. Si vinieran mil... tendríamos más tiempo libre.

Porque son operaciones muy complejas...

La mayoría sí. Y es crucial involucrar al paciente en el postoperatorio y la rehabilitación. Son tratamientos y cirugías largas, pero el resultado suele ser satisfactorio.

Tu equipo lo forman cinco cirujanos, cinco anestesistas, dos enfermeras instrumentistas... Deben de ser personas con un nivel técnico impresionante.

Llevamos años juntos y nos sabemos las locuras y manías de cada uno y el ritmo al que nos gusta trabajar. Técnicamente el equipo es impecable. Y, lo más importante, está muy implicado. Ante una sobrecarga de trabajo, nunca dice que no. Después de un día horrible, a las 11 de la noche –“ale, vámonos”–, puede llegar una amputación de las dos manos. Lo último que querríamos sería hacer eso durante toda la noche, pero jamás se queja nadie. Le echamos muy poco cuento a las cosas y no contamos mentiras, ni a los pacientes,?ni yo al anestesista, ni el anestesista a mí... Encontrar gente así es muy difícil.

¿Utilizas mucha tecnología?

En esta especialidad hace falta muy poco instrumental: un microscopio quirúrgico que se puede suplir en malas condiciones. Occidente está rodeado por una manta de tecnología. Muchas veces no es imprescindible, sólo sirve para trabajar más cómodo. Donde no hay instrumental, te apañas con lo que tienes. Por eso, formamos cirujanos generales de países pobres: vienen a España, están un año con nosotros y vuelven a sus países para operar según su nivel tecnológico. El 80% de la cirugía compleja se puede hacer con poca tecnología.

Se han hecho cosas impresionantes en cirugía, pero en Medicina falta mucho por hacer, ¿A qué se debe?

Hay problemas fáciles y otros complejos. Por supuesto, todos acabarán solucionándose. Es cuestión de poner a trabajar a gente brillante incentivada. Los que dependen de la tecnología quirúrgica se solucionan mejor. Los biológicos resultan más lentos. Dentro de no demasiados años, la gente no morirá de ningún tipo de cáncer. Hace 80, la gente moría de infecciones que ahora son ridículas. Aunque conforme se usan antibióticos surgen bacterias resistentes, nuestro conocimiento de las enfermedades malignas (se les llama así porque no somos capaces de curarlas) es reducido. Conforme aumente, no hará falta el bisturí. Habrá otros tratamientos. La cirugía del cáncer será historia en 15 ó 20 años.


En tu despacho no tienes ni un diploma, ¿Por qué?

Los médicos siempre han vestido batas, han llenado sus paredes de diplomas, han puesto una enorme distancia entre ellos y el paciente. Yo no creo en los disfraces. Lo único que diferencia a un paciente de ti es que él lo está pasando muy mal y tú no, y que él no tiene el conocimiento para poder solucionarlo y tú, a lo mejor, sí. Desnudos somos todos iguales.

¿Esta forma de actuar te ha dado problemas con la clase médica?

Muchos. Los médicos, sobre todo los cirujanos, somos animales muy competitivos. Eso genera muchas anécdotas. No es importante. El norte de la profesión son los pacientes.

En tu currículo presumes de tres logros: Ni fumas, ni te gusta el fútbol, ni haces cirugía estética.

La inmensa mayoría de la gente que practica cirugía cosmética lo hace por dinero. En otras especialidades quirúrgicas, los pacientes podrían morir o llevar una existencia miserable y, gracias a tu intervención, viven mejor o más, pero en la cirugía cosmética no es así. Además, se me llevaban los demonios cuando me preguntaban qué especialidad hacía y contestaba que cirugía plástica.?“¡Ah!, eso de las arrugas”, me decían. Siempre reivindiqué la parte reconstructiva de la cirugía plástica y he desarrollado una fobia irracional hacia la cosmética.

¿Se podrá trasplantar todo?

El trasplante de partes no vitales (Aparato locomotor, cara y otros segmentos visibles del cuerpo) no ha hecho más que empezar. Los que trabajamos ahora estamos pagando la novatada. Se prevé mucha mejoría en la medicación para conseguir que el cuerpo no rechace el órgano trasplantado. No falta mucho. Me imagino que lo veré.

¿Conseguiréis regenerar órganos y miembros?

Es el siguiente paso, pero no creo que lo vea yo. Después de la generalización de los trasplantes con bajo coste de toxicidad, y pocos problemas secundarios de medicación, se avanzará en la medicina regenerativa. Hay una base científica genética realista detrás. El problema es que conocemos a los músicos, que son los genes, pero no sabemos qué instrumento tocan, ni qué partitura.... estamos muy lejos de lograr que interpreten la música que queremos. En 50 años, se reirán de lo que hacemos. Al final, la cirugía será el taller de reparaciones porque la gente seguirá teniendo accidentes que provocan roturas.

¿Te gustaría que tus hijas fueran médicos?

La mayor, de siete años, entra conmigo al quirófano, pero creo que es por poder contárselo a sus compañeros del cole;? la pequeña es muy valiente... Es posible que le guste esta profesión, por lo menos la aventura... Intentaré que aprendan que la Medicina es empatía humana. Cada vez hay menos vocaciones.En España no pasa como en EE.UU., que los médicos están en lo más alto del estatus social y ganan una pasta terrible. El esfuerzo ya no es loable.

¿Tienes mal carácter?

Fui excesivamente severo, pero cada vez identifico más las cosas que son bobadas.
¿Es la edad?

Sí. También me ha ayudado mucho el trabajo humanitario en África, porque te das cuenta de la cantidad de ridiculeces que centran tu atención. Cada dos o tres meses, independientemente de las misiones quirúrgicas, necesito resetear el disco duro y me voy a Tanzania solo, con una mochila, una brújula y un mapa.


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