martes, 10 de noviembre de 2009

Paciencia oriental









Estaba sentado tomando té con el maestro, cuando llegó el cartero trayendo correspondencia que enviaba la familia del maestro desde Japón.

Sabiendo que él aguardaba ansiosamente esas cartas, hice una pausa en la conversación, esperando que él abriera el sobre y se precipitara a leer el contenido. En vez de eso, el maestro apartó la carta a un lado, se volvió hacia mí y continuó con la conversación.

En otra oportunidad cuando le comenté el gran control de sí mismo y le dije que yo me hubiera puesto a leer la carta al instante, me contestó:

- Hice lo que hubiera hecho estando solo. Dejé la carta a un lado hasta haber superado la precipitación. Luego, la abrí como si fuera algo precioso.



Los que son pacientes en las cosas triviales de la vida y saben controlarse, un día tendrán el mismo dominio en las cosas grandes e importantes.











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